Bodas de Plata de la Coronación Canónica de Nuestra Señora de El Buen Suceso





Oración 
a Nuestra Señora de El Buen Suceso




¡Oh Señora del Buen Suceso! Que con mirada de predilección consideráis al Ecuador, atended a la tristeza de los días que atravesamos, caracterizados por la entera confusión de los espíritus. ¿Hacia donde camina la Cristiandad? ¿Cuál será para Ella el día de mañana? Son preguntas a las cuales nadie osa responder.


Esta confusión no sólo subvierte la esfera temporal, desordenando a fondo los campos cultural, político, social y económico, sino ¡Oh dolor! penetra también en la propia esfera espiritual.


¿Presenciaremos ya mañana el explotar de la terrible guerra que constituirá el desdoblamiento lógico de este caos? ¿O veremos al mundo occidental – para obtener un simulacro miserable de paz- capitular vergonzosamente frente al enemigo mortal de la Civilización Cristiana, esto es, el comunismo?


¡Oh Madre de la Candelaria! puestos ante estas aterradoras hipótesis, nuestros corazones hacia el Vuestro se vuelven, en la búsqueda de una luz, una ayuda, un aliento. Así se nos vuelve especialmente oportuno recordar lo que manifestasteis a una hija electa Vuestra.

Cuando en 1634, en Quito, Sor Mariana de Jesús Torres rezaba ante el Santísimo Sacramento, súbitamente la lámpara que ardía en el altar se apagó. Al intentar reencenderla una luz sobrenatural inundó la iglesia.


“Hija querida de Mi corazón, soy María del Buen Suceso, tu Madre y Protectora. La lámpara que (…) viste apagarse tiene mucho significado (…).


“(…) que en el siglo XIX – al concluirse – y seguirá gran parte del siglo XX, cundirán en estas tierras, entones Republica libre, varias herejías. Se apagará la luz preciosa de la Fe en las almas por la total corrupción de las costumbres. En este tiempo habrá grandes calamidades físicas, morales, públicas y privadas. El corto número de almas en las cuales se conservará el culto de la Fe y de las virtudes, sufrirá un cruel e indecible padecer, al par que prolongado martirio.


(…) en estos tiempos estará la atmósfera repleta del espíritu de impureza el que, a manera de una mar inmundo, correrá por calles, plazas, sitios públicos, en una libertad asombrosa, de manera que no habrá en el mundo almas vírgenes.


(…) los sacerdotes se descuidarán de su sagrado deber, perdiendo la Brújula Divina, se desviarán del camino trazado por Dios (…)


(…) Para libertar de la esclavitud de estas herejías, necesitan gran fuerza de voluntad, constancia, valor y mucha confianza en Dios, aquellos a quienes destinará para esta restauración el amor misericordioso de mi Hijo Santísimo. Para poner a prueba en los justos esta fe y confianza llegarán momentos en los cuales, al parecer todo estará perdido y paralizado, y entonces será feliz principio de la restauración completa (…) Es llegada mi hora, en la que Yo de una manera asombrosa destronaré al soberbio Satanás, poniéndole bajo mi planta, encadenándole en el abismo infernal, dejando por fin libre a la Iglesia y a la Patria de esa cruel tiranía”. (“El Ecuatoriano” 4 de Abril de 1951).

¡Oh Madre, Oh Protectora! Haced que por la intercesión de Sor Mariana de Jesús Torres y de las beneméritas fundadoras del Monasterio de la Concepción de Quito, estas Vuestras palabras traigan orientación y seguridad para las almas que las leyeren. Que todos nos empeñemos, más que nunca, en invocaros como Madre del Buen Suceso, con la esperanza de que así apresuréis para nosotros, perturbados y confundidos, el camino de luz que nos conduzca, en medio de las tinieblas, a Vuestro Divino y Adorado Hijo. Así sea. (Con licencia eclesiástica)

Plinio Corrêa de Oliveira