Bodas de Plata de la Coronación Canónica de Nuestra Señora de El Buen Suceso

Medición de la Santísima Virgen





La Madre Mariana al recibir el encargo de la Santísima Virgen de mandar a elaborar la imagen desconocía el tamaño en que debía ser entallada.  Sintiéndose por esto afligida le dijo a la Reina del Cielo:

Cuadro de la Medición de la Santísima Virgen
“Linda Señora, mi Madre Querida, debo atreverme a tocar Vuestra frente Divina, cuando ni los Ángeles pueden hacerlo?"


“Vos sois el Arca viva de la Alianza entre los pobres mortales y Dios, y si Osa sólo por el hecho de haber tocado el Arca Santa para evitar que rodase al suelo, cayó muerto, cuánto más yo ! mujer pobre y débil".

Nuestra Señora le respondió:

“No temáis por ello. Me alegra tu recelo y veo el amor ardiente a tu Madre del Cielo que te habla; medid vos misma mi estatura con el cordón que traes en tu cintura".

Cogió entonces Nuestra Señora una punta del cordón colocándola en su propia frente, mientras Sor Marianita aplicaba el otro extremo sobre los sagrados pies de la Santísima Virgen obteniendo así la medida exacta de la Madre de Dios, esto es 5 pies, 12 pulgadas.


Las dificultades continúan


Los inconvenientes estaban lejos de desaparecer en el Convento de la Inmaculada Concepción. Estimuladas siempre por el demonio que había hecho la promesa de destruir esa santa Casa, el mismo grupo de monjas rebeldes trazaron un plan para lograr su fin.

Llegó otra vez el tiempo de una nueva elección para Superiora. El elemento revolucionario levantó tanto la fricción que después de muchas sesiones, ninguna decisión fue tomada. El propio Obispo tuvo que intervenir y presidir la nueva elección.

Cegada por la envidia y el odio, la líder de la rebelión, una monja de contextura gruesa, de baja estatura y tez morena conocida como “la Capitana” solicitó el puesto de Priora para sí misma mientras que insultaba y se revelaba contra la Madre Mariana y las demás fundadoras españolas. También pedía el regreso de éstas a España.

Esto resultó ser un error fatal para las insubordinadas, pues el Obispo veía entonces claramente con quién estaba tratando. Indignado, pidió a “La Capitana” que se retire y ordenó que sea inmediatamente encerrada en la misma prisión donde anteriormente sus víctimas inocentes tanto habían sufrido. En cuanto a las otras rebeldes, les revocó su derecho de votar y ordenó que realicen el trabajo más extenuado del Convento. De resistirse, irían a la prisión junto con su líder. Además fueron expulsadas del cuarto de votación.

Finalmente, eligieron una vez más a la Madre Valenzuela como Priora .